Siempre había tenido una fijación especial con los imanes de mi nevera.
Adoraba sus gasas, su chupete azul.
Chupete que años más tarde me regaló.
Me enseñó a enterrar tesoros y a mirar la luna con un cariño especial.
Me la guardo en el bolsillo, decía, para mañana poderla mirar.
Bautizó a su león como Marto.
Y una sonrisa en su calendario cada vez que lo fuese a visitar.
Me robó cosquillas, secretos y felicidad.
Y cantamos, cantamos bien fuerte.......
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